viernes, 4 de diciembre de 2009

ARTÍCULO DE OPINIÓN

¿ESPÍRITU NAVIDEÑO?

Ya está aquí de nuevo la Navidad; luces colgando por todas partes, árboles rebosantes de adornos, la tarjeta de felicitación del Corte Inglés, los anuncios de la lotería, de los turrones, esos interminables intermedios donde aparecen un sinfín de juguetes cada vez más sofisticados, y todos esos artículos innecesarios pero tan atractivos que nos llaman con sus cánticos de sirenas desde los escaparates diciendo: “llévame, llévame”. Luego entramos en los comercios y nos encontramos con los dependientes con los ojos como chiribitas y enfebrecidos por la aborágine de las ventas, y a los dueños frotándose las manos conforme van haciendo su agosto navideño.
¿En eso se está convirtiendo el espíritu navideño?, ¿en una orgía consumista?
El que no gasta y no consume no está disfrutando de la navidad. Y ahí tenemos a nuestros niños, el caldo de cultivo de este espíritu navideño consumista, escribiendo una carta a los Reyes y otra a Papá Noel. En circunstancias normales no les gusta mucho escribir y son más bien flojillos en esa tarea, pero para pedir no hay ningún problema, escriben lo que sea necesario y más, y si no, que le pregunten al mío. Y yo me cuestiono si sabrán realmente qué celebramos en la navidad.
¿Y qué me dicen de la Noche Buena? Tendría que ser motivo de unión, fraternidad y concordia, ¿no? Pues muchas familias(la mía la primera) conforme se va acercando esta fecha, se echan a temblar pensando en qué ocurrirá este año: disputas sobre con quién se pasará, en casa de quién, a quién le toca organizar todo, al lado de quién se pone a cada uno,...que dan ganas de perderse por estas fechas y no aparecer hasta el año nuevo. Y cuando al fin llega la noche en cuestión, volvemos a encontrarnos con la orgía consumista a lo largo de toda la mesa; marisco para provocar un ataque de gota a todos los comensales, carne para alimentar a todos los allí presentes durante una semana, embutidos ibéricos para empapelar todas las paredes del comedor, bebidas carísimas que no gustan a casi nadie pero que como es navidad hay que brindar y beber a la fuerza, si no te trae mala suerte. ¡Qué horror!
¿Todo esto es el espíritu de la Navidad? Pues si es eso, yo no lo quiero.
Yo quiero volver a escuchar a los niños canturreando villancicos por estas fechas. Quiero reunirme con los que amo y compartir con ellos momentos mágicos. Yo quiero volver al sentimiento auténtico de alegría y generosidad con los demás, aunque muchos lo vean como una hipocresía de estas fechas. Ya sé que con ser buenos y generosos durante un momento señalado no basta. Pero sí podemos aumentar esa generosidad que practicamos durante todo el año y decir: yo me voy a privar de esto o de aquello para que alguien que me rodea, y que no está muy lejos de donde yo vivo, pueda pasar estos días algo mejor y sin tantas carencias y necesidades. Afortunadamente podemos todavía encontrar quienes viven la navidad de esta forma, preocupándose porque la alegría llegue a cada uno de los hogares más necesitados. A todas esas personas les doy las gracias de todo corazón. ¡Feliz Navidad a todos!









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